18. EL CLUB DE LOS GOLFISTAS MUERTOS

Para mi amorcitons,



Silencio. Sólo el leve susurro del viento entre las hojas de los pinos blancos. Alguna piña se lanzaba al vacío tras el bamboleo sufrido. Era una tarde estupenda para jugar a golf. Allí estaba yo en el tee del hoyo 13, una larga calle que se escondía tras una curva malvada y es que no era muy ducho en los doglegs.  Me concentré en la postura y en hacer el swing tal como lo había ensayado hasta la saciedad en el campo de prácticas. Me vino el olor a romero de entre los arbustos que me rodeaban y disfruté del instante. Sentía que aquel tiro iba a ser perfecto. Venga, basta de procrastinar. Mis dedos abrazaron el palo con firmeza y convicción. No perdía de vista la bola ante mí y un golpe de viento me desconcentró por un segundo. Negué con la cabeza y volví al tiro que estaba a punto de hacer. De nuevo, la brisa parecía susurrarme algo. Dejé la postura y escudriñé mi alrededor. Estaba yo solo en la inmensidad del campo. Nadie, no había nadie y, aún así, era como si alguien me estuviera diciendo algo. Me reprobé. Una excusa más para no hacer la salida perfecta. Estaba perdiendo el norte, el sur, el este y hasta el oeste. Que hubiera tenido una mala racha no implicaba que ahora sufriera alucinaciones. Estaba solo. La pareja más próxima estaba tres hoyos atrás y era imposible que hubieran corrido tanto. Me preparé para tirar una vez más. Respiré profundamente y agarré con seguridad el grip“¡BOOOOOLAAAA!” Alguien advirtió. Y la oscuridad me sobrevino de repente.

Me desperté con un inmenso dolor de cabeza. Todo me daba vueltas y estaba borroso. Vi una mano que me tendía ayuda para levantarme.
—Qué golpe. No te habíamos visto. Vaya puntería ha tenido Harry. En toda la cabeza. Al menos no te ha abierto una brecha. Esta gutties[1] modernas son casi inofensivas. Al final, le voy a tener que dar la razón y probar su grip. El secreto está en el meñique o eso es lo que no se cansa de repetir. —Lo seguía escuchando con atención porque no daba crédito al interlocutor— ¿Ya te duele menos? Parece que tienes mejor aspecto. Si es lo que yo digo: hay que tener cuidado, al fin y al cabo, el golf de alta competición se juega principalmente en un campo de cinco pulgadas y media: el espacio que hay entre tus orejas. —Sonreí estupefacto.
—Va, Bobby, deja ya al muchacho que lo vas a marear más de lo que ya debe estar —dirigiéndose hacia a mí—. Lo siento. No te habíamos visto y es que apareciste de la nada. ¿Eres nuevo en el club?  Tienes que hablar con el viejo Morris. Él se encarga de todo. No puedes colarte en el campo así como así. —Me reprochó un hombre de porte caballeroso que se acercaba hacia nosotros luciendo unos bombachos, camisa con corbata bajo una chaqueta perfectamente abotonada.

Bobby me ayudó a levantarme con una amplia sonrisa mientras bromeaba con Harry para que se le pasara el enfado.
—Vamos, Harry, no te enfades. ¿Te ha gustado ese giro inesperado? Tan inesperado que casi matas a este pobre chico. ¿Cómo estás, joven? —me preguntó un señor con un frondoso bigote y una gorra plana de tweed. —Le sonreí porque continuó hablando con Bobby. — Pronto todos los campos tendrán giros como estos. Sólo para los buenos golfistas como nosotros —fanfarroneó.
—No será con el putter ¿no James? —Y allí me volví a caer al suelo con un sonoro golpe—. Te robaré la idea para el próximo encargo que tengo en Barcelona aunque en un Links será un poco difícil incorporarlo. Las gaviotas se van a poner las botas con las bolas que caigan al agua.

Seve bromeaba con James Braid como si se conocieran de toda la vida. Y aquellos cuatro grandes hombres se olvidaron de mí por un momento rompiendo a carcajadas.
—Bueno, Seve, mi putter de aluminio me ha ayudado mucho a mejorar aunque debo reconocer que patear no es mi fuerte. ¿Qué tal si lo dejamos por hoy y nos vamos a tomar el té?
­—Pues sí —secundó Bobby—. Es una gran idea porque el próximo hoyo es un par 5 y está el equipo de “Silver Scot”. Ya sabemos qué le pasa cuando quiere rememorar aquellos famosos 23 golpes —todos volvieron a reírse profundamente mientras recogían sus palos y bolsas. —Vamos —ordenó Bobby atusándose el cabello que se abría inexorablemente a la mitad de su cuero cabelludo.
—¿Con quién jugaba hoy Tommy? —preguntó Harry con curiosidad.
—Creo que con Guldahl, Bobby Locke y Cary Middlecoff. Con suerte llegarán a la hora de la cena. Son unos lentos de narices —les criticó Bobby con superioridad.
—Chico, ¿no vienes con nosotros? —inquirió James— ¿prefieres que te vuelvan a dar un golpe en esa cabeza dura que tienes?

Seve me ofreció su mano para ayudarme a recuperar la vertical y, amablemente, me sugirió que no le hiciera mucho caso a James, que era un bravucón pero que era muy buena persona. Caminamos los cinco juntos escuchando las lindezas que Braid y Bobby decían del “excelente” equipo de Tommy Armour hasta llegar a la casa club. Era una enorme construcción de estilo colonial de grandes porches todo de madera pintada de tonos crema y caramelo. Las mesas estaban repletas de caras familiares. Pude distinguir al “Guardarropas” Jimmy Demaret divirtiéndose con Payne Stewart que una vez más explicaba cómo había recorrido Estados Unidos sin casi enterarse porque llevaba cuatro horas muerto junto a sus acompañantes y cómo se arrepentía de no haberse podido despertar porque morir en Dakota del Sur no era lo que sus fans esperaban de él. Al escuchar el comentario de mal gusto, el joven Tom Morris se echó a llorar. ¿Que cómo sabía que era él? Pues porque todavía llevaba puesto el Cinturón de Campeón. Harry me explicó al oído que no se lo quitaba ni para ir al excusado. En la barra, Willie Anderson y “Denny”  Shute ahogaban sus penas en el alcohol y lejos de ellos Willie Parks Jr. arrugaba el periódico enfadado con las últimas noticias sobre Robertson. “Siempre Robertson, cobarde; eso es lo que es” maldecía entre dientes.

Nos sentamos en una mesa del porche norte. Walter Hagen se levantó airado del lugar que ocupaba al ver que Bobby se encontraba demasiado cerca. No presté mucha atención al altercado. Tampoco lo hizo Bobby. Las vistas al campo eran impresionantes. Aquello era el paraíso en la tierra o donde fuera que estuviéramos. Al lado Boros, “Lord” Byron, Hogan y Slamin’ Sammy discutían sobre la técnica del swing perfecto y no acababan de ponerse de acuerdo. El tono fue subiendo hasta que Billy Casper los tranquilizó. Vestía un llamativo chaleco rojo carmín y se apoyaba en un sand wedge que le acababa de regalar Sarazen. Parecía un Papá Noel bonachón y risueño. De repente, se percató de mi presencia y se acercó a nuestra mesa con una amplia sonrisa.
—Bienvenido a mi campo. No te tenía visto por aquí.
—Lo recogimos en el hoyo 13. Harry casi se lo carga de un bolazo —intervino rápidamente Bobby. Vardon puso cara de malas pulgas y todos rompimos a carcajadas.
—Harry tiene un grip superpoderoso —Casper le guiñó un ojo en plan cómplice a Vardon y él acabó sonriendo también. —Si piensas quedarte, tienes que hablar con Morris… Mira allí está. ¡Tom! ¡Acércate, tenemos un nuevo cliente! —Tom Morris Sr. se despidió JH Taylor prometiendo que volverían a hablar del nuevo bunker que quería poner en el antegreen del ocho y se acercó a nosotros.
—Hola, encantado de ver caras nuevas. Entonces, ¿te quedas? —miré a mi alrededor y me sentí como en casa. Me divertí al encontrar al ejército de Arnie siguiéndole a los vestidores mientras le pedían fotos y autógrafos. Todo aquello era un sueño hecho realidad. Claro que pensaba quedarme. ¿Qué tipo de pregunta era aquella? —Tienes que pasarte por recepción a rellenar unos papeles y te informaremos de abonos y green-fees. ¿Cómo te llamas?
—Sí, claro. Ahora mismo me acerco. Sergio, me llamo Sergio. 




[1] En 1948 llegó la gutapercha, una goma vegetal procedente del árbol tropical Gutta. Era un material maleable en agua hirviendo pero que se endurecía al enfriarse (tras haber dado forma a la bola). En caso de rotura, se podía reparar en agua hirviendo de nuevo. La bola de gutapercha (más conocida como guttie) facilitó la entrada al golf a las clases menos adineradas.





Comentarios

Entradas populares de este blog

29. EL VIRUS

26. LA PLAYA

25. EL GANADOR