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Mostrando entradas de enero, 2018

18. EL CLUB DE LOS GOLFISTAS MUERTOS

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Para mi amorcitons, Silencio. Sólo el leve susurro del viento entre las hojas de los pinos blancos. Alguna piña se lanzaba al vacío tras el bamboleo sufrido. Era una tarde estupenda para jugar a golf. Allí estaba yo en el  tee  del hoyo 13, una larga calle que se escondía tras una curva malvada y es que no era muy ducho en los  doglegs .  Me concentré en la postura y en hacer el swing tal como lo había ensayado hasta la saciedad en el campo de prácticas. Me vino el olor a romero de entre los arbustos que me rodeaban y disfruté del instante. Sentía que aquel tiro iba a ser perfecto.  Venga, basta de procrastinar . Mis dedos abrazaron el palo con firmeza y convicción. No perdía de vista la bola ante mí y un golpe de viento me desconcentró por un segundo. Negué con la cabeza y volví al tiro que estaba a punto de hacer. De nuevo, la brisa parecía susurrarme algo. Dejé la postura y escudriñé mi alrededor. Estaba yo solo en la inmensidad del campo. Nadie, no había nadie y, aún así