10. UN HECHO DEL TODO EXTRAORDINARIO


Ilustrador: Javier Garcia

La muñeca reposaba en la última balda olvidada. Estaba llena de polvo. Hacía tiempo que nadie la sostenía. Estaba rota. Recordaba triste y nostálgica los buenos tiempos cuando las niñas de la casa se peleaban por jugar con ella. Ahora las niñas ya eran mujeres que no jugaban con muñecas. Respiró profundamente, pesadamente, cansadamente… Sí, las muñecas respiraban aunque nadie se diera cuenta de este hecho extraordinario. Hacía años que era ignorada por todo el mundo y eso le dolía. Un dolor que eres su único amigo y compañero. Suspiró amargamente. Tampoco se deshacían de ella cosa que la mantenía con la esperanza de que en cualquier momento vinieran tiempos mejores. Tiempos donde ella volvería a ser la estrella principal de la obra, tiempos donde volverían a jugar con ella. Sonrió ligeramente. No recordaba la última vez que había reído a carcajadas. No recordaba la última vez que había sigo feliz.
El caso era que ella hablaba. Decía cosas. Soy tu amiga. Te quiero tanto. ¿Quieres jugar conmigo? Las niñas reían cuando la muñeca repetía incansablemente las frases enlatadas. Pero ninguna de ellas la escuchaba. La tristeza le llenó los ojos de lágrimas de papel. Porque las muñecas también lloran aunque nadie se dé cuenta de este hecho extraordinario. Estornudó. Una ventana abierta le provocó un escalofrío. El otoño estaba llegando a su fin. Navidad estaba a la vuelta de la esquina y pronto vendrían nuevos juguetes. Nuevos competidores de amor infantil. Traidores. Cómo odiaba la Navidad. Todo el mundo pretendía ser feliz y sonreía. Eran todos tan buenos actores…. Y ella continuaba sola y olvidada.
Alguien abrió la puerta. Y se puso recta. Con el porte regio de una muñeca señorial. Se arregló la falda y volvió a fijar su sonrisa artificial en los labios. Era Alba. La recordaba de pequeña. Era la niña más dulce del mundo. Ahora, ya no era la misma. Tenía el posado serio y enfurruñado. Siempre parecía estar enfadada. El motivo lo desconocía. A menudo la oía llorar a escondidas. Y sus niños… Si supieran de la existencia de la muñeca, sus días ya habrían acabado destrozada, torturada y desmembrada en el cubo de la basura. Y eso no hubiera sido ningún hecho extraordinario. Era lo que hacían con cualquier juguete que cayera en sus manos. Se aburrían. 
Alba se sentó en la cama. Parecía cansada. Suspiró y abrió una bolsa grande de plástico. Se quedó hipnotizada mirando el fondo vacío. ¿Para qué era aquella bolsa? La muñeca estaba intrigada. Un rato más tarde, Alba parecía haber recuperado las fuerzas perdidas. Y abrió el armario. Sacó toda la ropa y la estiró encima de la cama. Era de cuando era pequeña. Vestiditos de estampados infantiles, un gorro de lana, unos zapatitos… Alba la doblaba pausadamente, nostálgica y la metía cuidadosamente dentro de la bolsa de plástico. Y repitió la operación unas cuantas veces. La habitación se iba vaciando peligrosamente. Y la muñeca… La muñeca se estremecía de miedo. Los últimos en ser empaquetados fueron los libros y los juguetes olvidados en la estantería. La muñeca cayó en las manos de Alba. La acarició dulcemente, recordando su infancia, los años pasados, los tiempos inocentes y fue la última en llenar la última caja. Escuchó la cinta adhesiva cerrando la abertura. Sufrió la falta de aire dentro. Se movió al ritmo de la caja en movimiento. Supo que su final estaba cerca. ¿Dónde la llevaban? Llegó a la conclusión de que era mejor no saberlo. Suspiró profundamente para calmar la incertidumbre pero no funcionó. El miedo la había conquistado por completo.
El coche no tardó mucho en pararse. Oyó a Alba hablando con una mujer. Estaban lejos y no se las oía bien. La curiosidad la estaba matando. Alguien cargaba la caja con ligereza. Y la puerta del coche se cerró con un golpe seco. Un motor que marchaba y otra puerta que se abría. Pies pequeños corriendo. Luz que hiere los ojos de la muñeca que se ve reflejada en otros ojos infantiles que brillan de felicidad. ¡Oh, mamá, mira que muñeca más bonita!¡ es la más bonita del mundo!¡Ven, muñeca, vamos a jugar! La muñeca se rió sonoramente. Qué hecho tan extraordinario. 

Publicación de origen: 

Valors nº 101: L'Austeritat (català)







Comentarios

Entradas populares de este blog

29. EL VIRUS

26. LA PLAYA

25. EL GANADOR