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Mostrando entradas de 2020

29. EL VIRUS

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Aquella mañana Martín se levantó como cualquier otra. Se duchó, se puso el polo y los pantalones y se atusó la gorra antes de coger la bolsa de golf y salir por la puerta. Sonrió confiado. El torneo iba a ser suyo, lo iba a clavar y le daría puerta a muchos comentarios sobre sus supuestos problemas golfísticos. Había practicado, ido a clase y, sobre todo, había visualizado cada y uno de los golpes que iba a dar aquella mañana. Nada podía salir mal. Al menos, no a él, no en aquel torneo. Al llegar a la casa club se dio cuenta de que la gente iba más a su bola que cualquier otro día. Lo agradeció porque así nadie le podría romper la concentración. Pasó por recepción, le indicaron sus compañeros de partida y desde qué hoyo iba a salir y con paso decidido se fue a practicar antes de que sonara el tiro de salida. Saludó a varios conocidos pero nadie le devolvió el saludo y Martín empezó a mosquearse. ¿Quiénes se creían que eran? ¿Por qué le negaban el saludo? No es que él fuera la persona m

28. LA NUEVA PROMESA DEL GOLF

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  —Venga Lucas, levanta. Tenemos un largo camino por delante. —Papá son las seis de la mañana. No me quiero despertar —suplicó el adolescente adormilado. —Lucas, si eres mayor para salir de  fiesta, eres mayor para madrugar y cumplir con tus obligaciones. No te lo repito más, levántate y ponte en marcha. Ya —advirtió el progenitor seriamente. Su padre le retiró las sábanas y un frío polar le recorrió todo el cuerpo. El chico se encogió huyendo del cambio de temperatura y robando unos segundos más al sueño. —Lucas, venga, no remolonees. A desayunar, que nos vamos. Voy metiendo los palos en el coche. Espabila —le gritó Julián mientras bajaba las escaleras. El adolescente arrastró los pies hasta el lavabo. Se duchó semidormido, se vistió mecánicamente y desayunó cansado sin saborear realmente la comida. Su padre lo esperaba con cara de pocos amigos en el coche. Entró y se atusó la gorra para ignorar a su progenitor que arrancó como si fuera un piloto de la NASCAR. Tardó poco

27.COMIENZOS

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Los años para mí siempre habían comenzado el 15 de septiembre (día arriba, día abajo) que era cuando mis hijos volvían al colegio y las nuevas rutinas ocupaban el lugar apropiado en la agenda.  María, la pequeña, se centraba en sus clases de ballet e idiomas. Cada año iniciaba el aprendizaje de una nueva lengua sin descuidar las que ya estaba aprendiendo. Este año se le había antojado el chino. Decía que era la lengua del futuro y que no podía vivir sin intentar aprenderla al menos. Ella siempre tan dramática ponía los ojos en blanco cuando le sugería que debía aparcar alguna actividad antes de empezar con el chino pero mis palabras no tardaban en caer en saco roto. Todos aprendimos pronto que lo peor que se podía hacer era poner trabas a la pequeña María. Siempre acababa consiguiendo lo que quería ya fuera por las buenas o por las malas. Y no queráis saber detalles porque los límites que era capaz de traspasar la niña para conseguir lo que se le había antojado eran del to